Investigación del Suicidio
lunes, 6 de mayo de 2013
domingo, 5 de mayo de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
CAPITULO IV.CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO.
11.
Afectaciones psicológicas-mentales
El suicidio es un golpe seco que noquea y tira a la lona, un balde de agua helada
que cala hasta los huesos, es un acto de enorme violencia que deja devastados y
traumatizados a los familiares quienes se cuestionan, se enojan, se sienten
traicionados y abandonados.
Afecta a la familia y a los más cercanos
por completo, con distintas consecuencias y diferentes sentimientos.
a) En la familia
Si a pesar de todos los esfuerzos
realizados ocurre el suicidio de un adolescente, son necesarias determinadas
medidas a tener en cuenta para el manejo de la familia y de los compañeros de
estudio o amigos de la víctima. Los cuales se consideran sobrevivientes,
término que designa aquellas personas muy vinculadas afectivamente a una
persona que fallece por suicidio, entre los que se incluyen los familiares,
amigos, compañeros e incluso el médico, psiquiatra u otro terapeuta que la
asistía. El vocablo "survivor" proviene del inglés y su traducción
puede ser el de superviviente, que es el que sobrevive y es también sinónimo de
sobreviviente, que significa vivir uno después de la muerte del otro. Aunque
esta palabra es muy utilizada en la terminología suicido lógica, no sólo son
sobrevivientes o supervivientes los que sobreviven a un suicidio, sino que lo
son también aquellos que sobreviven después de la muerte de un ser querido por
una causa cualquiera, sea natural, por accidente u homicidio.
Son conocidas las reacciones que presentan los seres humanos ante la
pérdida de seres queridos, las que reciben el nombre de duelo, y que está
constituido por diversas etapas: la negación, rabia, regateo, depresión y
aceptación como las etapas del duelo normal. A continuación serán descritas
brevemente cada una de ellas.
- La negación, como su nombre indica es aquella reacción mediante la cual el sujeto no acepta la realidad tal cual es, la niega, no la reconoce como que ha sucedido y son muy frecuentes las siguientes expresiones: "no puedo creerlo", "no puede ser", "no me digas que ha muerto", "es imposible" y otras similares. En esta etapa el sobreviviente siente que la persona fallecida aún permanece con vida, que lo ocurrido no es cierto.
Frecuentemente se acompaña de una tendencia al aislamiento, se evitan las relaciones interpersonales, prefiriendo el sujeto estar solo, aislado, a tener que dialogar o recibir visitas.
- La rabia es la etapa que continúa a la negación y en ella los familiares del fallecido experimentan diversas emociones desagradables como son la ira, el odio, la rabia propiamente dicha, irritabilidad desmedida que puede llegar a la agresividad física o verbal hacia los otros familiares, el personal médico tratante, las enfermeras, al hospital, etc. En esta etapa se pueden establecer querellas en contra de los profesionales que atendieron el caso o contra la institución. También pueden suceder disputas entre los miembros de la propia familia y en no pocas ocasiones esta hostilidad puede ser dirigida hacia el fallecido mediante expresiones como: "por qué se fue y me dejó", "por qué me abandonas" y otras similares, llegando incluso a golpear el cadáver, sacudirlo, blasfemar contra el occiso, etc. Todas estas emociones desagradables son expresión de un profundo desconsuelo, de una pena insoportable y nunca deben ser personalizadas, pues esta rabia es parte integrante de la reacción normal de duelo y responder defensivamente o con hostilidad, además de no ser lo correcto, demostrará un total desconocimiento de este tipo de reacción y sólo conseguirá incrementarla. Permitirla, aceptarla, comprenderla es el mejor tratamiento para esta etapa.
- El regateo es la etapa que continúa en el duelo normal, la cual es breve y se trata, como su nombre indica, de un arreglo pactado, de manera simbólica, entre el superviviente o sobreviviente y el fallecido. El regateo se expresa mediante determinadas conductas, como puede ser la realización de determinados ritos religiosos para el descanso del fallecido y la paz de los familiares.
- La depresión es una de las etapas más dolorosas del duelo, con mayor intensidad durante las dos primeras semanas, en las que las personas sienten una profunda tristeza, llanto, poco o ningún deseo de comunicarse con otras personas ajenas a los familiares más cercanos, trastornos del sueño, anorexia y sentimientos de culpa, los cuales se expresan por constantes cuestionamientos de la conducta seguida con el fallecido: "si lo hubiera ingresado en tal hospital en vez de en ese (la institución en la que falleció)", "si yo me hubiera dado cuenta antes, eso no hubiera ocurrido" y otros reproches similares. No es infrecuente que en esta etapa se piense que realmente no se hizo todo lo que se debía haber hecho.
- La aceptación es la próxima y última etapa del duelo normal. Significa admitir responsable y libremente que la vida y la muerte son un par dialéctico inseparable y que el morir es consustancial a la vida. En la aceptación, el familiar incorpora la muerte del ser querido como un episodio necesario, irreversible, universal, definitivo y no un mero accidente. La muerte es entendida como una parte inevitable de la vida. Es por ello, que en esta etapa, el familiar experimenta una sensación interna de paz, de tranquilidad, de haber cumplido con el fallecido en vida, de no tener pendientes. Se recuerda al ser querido fallecido de manera realista, con sus virtudes y defectos, pero con indulgencia.
Estas fases del duelo normal no tienen una evolución similar en todos los tipos de fallecimientos. Se considera que las muertes inesperadas ocasionan mayores dificultades en la elaboración del duelo que aquellas muertes esperadas, anticipadas. El duelo en las muertes inesperadas se asocia con manifestaciones depresivas más intensas y duraderas, de enfermedades pre-existentes o el debut de nuevos padecimientos, así como la asunción de conductas de riesgo para la salud como el consumo excesivo de alcohol, cigarros o psicofármacos. Entre las muertes inesperadas se incluyen las provocadas por accidentes, homicidios, las muertes súbitas por infarto cardíaco o hemorragia cerebral, así como el suicidio, aunque, mediante el método de las autopsias psicológicas se ha probado que una gran cantidad de suicidas mostraron manifestaciones depresivas, habían realizado amenazas y gestos suicidas o habían expresado sus deseos de terminar con sus vida. Por otra parte, muchos de los sobrevivientes reconocieron que ellos sabían el riesgo suicida de esas personas, por lo que no era una muerte súbita, inesperada, sino anunciada por el propio suicida desde mucho tiempo antes del desenlace fatal.
El duelo por un suicida presenta determinadas características que lo diferencia del resto de los duelos. Los sobrevivientes experimentan un conjunto de emociones que no se encuentran con la misma frecuencia en otras causas de muerte y están más expuestos al desarrollo de psicopatologías como los trastornos de ansiedad, el trastorno de estrés post-traumático y episodios depresivos mayores.
Es imposible presentar un cuadro clínico típico del sobreviviente de un suicidio, pero son comunes algunos de ellos como los intensos sentimientos de pérdida acompañados de pena y tristeza, rabia por hacerle responsable, en cierta medida de lo sucedido, sentimientos de distanciamiento, ansiedad, culpabilidad, estigmatización, etc.
También puede manifestarse el horror por el posible arrepentimiento tardío, cuando ya las fuerzas flaquearon lo suficiente para evitar la muerte y no poder evitarla deseándolo en esos últimos instantes. El miedo es una emoción presente en la casi totalidad de los familiares del suicida y está referido a sí mismo, a su posible vulnerabilidad de cometer suicidio o a padecer una enfermedad mental que lo conlleve. Este temor se extiende a los más jóvenes, a los que pueden comenzar a sobreprotegerse con la esperanza de evitar que ellos también cometan un acto suicida.
LA CULPA
La culpabilidad es otra manifestación que frecuentemente se observa en los familiares del suicida y se explica por la imposibilidad de evitar la muerte del ser querido, por no haber detectado oportunamente las señales que presagiaban lo que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del sujeto, las que habitualmente consisten en amenazas, gestos o intentos suicidas previos, así como no haber logrado la confianza del sujeto para que les manifestara sus ideas suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no haber tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las manifestaciones de un deterioro de la salud mental que podían terminar en un acto de suicidio. Cuando la culpabilidad es insoportable, el familiar también puede realizar un acto suicida para expiar dicha culpa.
Durante el primer año del duelo el sujeto es más vulnerable a padecer problemas somáticos y emocionales. Entre estos tenemos un conjunto de síntomas físicos como taquicardia, artritis, migraña, alergia, asma y tics. Entre los síntomas psicopatológicos se pueden observar sentimientos de soledad, desesperanza, pobre autoestima y rumiación obsesiva de la búsqueda del por qué.
La búsqueda del por qué, principalmente en los padres y entre ellos en la madre, persiste por varios años
AGRESIVIDAD Y ALIVIO.
Otra manifestación del duelo por el suicidio presente en el sobreviviente es la conjunción de emociones encontradas como puede ser la agresividad y el alivio, este último experimentado como alivio personal al fallecer la persona cuyos problemas le afectaban y por el fallecido que ha cesado de soportar sus problemas emocionales. Terminar una vida problemática y difícil se percibe como un alivio para muchos familiares de suicidas.
Estas manifestaciones que acompañan al duelo por un suicida no son privativas de los parientes biológicos muy vinculados afectivamente con el occiso, sino que también se las puede encontrar y de hecho ocurre, en los amigos, compañeros de trabajo o escuela, maestros, otros pacientes en el caso de un suicidio en una institución, médicos, psicoterapeutas, enfermeras, consejeros, psiquiatras, psicólogos y toda persona que estuvo vinculada estrechamente con el suicida.
Hay investigadores que no han encontrado diferencias en la evolución de los duelos independientemente de la causa que haya provocado la muerte, otros por el contrario han encontrado diferencias entre las muertes por suicidio, por accidentes y las muertes naturales en cuanto a las reacciones de duelo en los sobrevivientes.
La muerte por suicidio conlleva mayor estigmatización que el resto, más sentimientos de culpa, menos deseos de discutir sobre la muerte y mayor cuestionamiento sobre lo que se podía haber hecho. Las muertes por accidente conllevan más reacciones de aniversario, mayores comentarios de lo sucedido, mayor incapacidad de entender lo ocurrido entre los amigos y compañeros del accidentado y menos deseos de hablar con los demás.
Por tanto para el mejor manejo del duelo por un suicida hay que conocer todas estas manifestaciones, lo cual facilitará la evolución de sus diversas etapas y evitará el desarrollo de duelos patológicos.
No hay método universal para el tratamiento de esta contingencia, pues será diferente para los hijos del suicida, o su pareja, o sus padres, o sus hermanos.
Si se trata de un suicidio entre varios hermanos, estos pueden experimentar cambios en todos o casi todos los aspectos de sus vidas. Como todos tienen una infancia común con experiencias más o menos similares, una de las tareas que hay que enfrentar es evitar la identificación con el hermano suicida, proporcionando otras opciones para resolver problemas que no sean auto lesivas. En ocasiones los hermanos pueden referir que ven al hermano suicida en el domicilio, o que le escuchan hablar o que les llama. Estas manifestaciones no deben ser consideradas como una pérdida de la salud mental de carácter grave, sino, que en ese contexto, deben ser aceptadas dentro de los límites normales para estos casos, por lo que adoptar la postura de ignorar síntomas y actitudes de este tipo puede ser de gran beneficio.
Siempre deben explorarse las ideas suicidas en los sobrevivientes y en los hermanos de los suicidas niños o adolescentes, más aún, si se presentan en alguno de ellos, se impone la evaluación del riesgo de suicidio y el grado de afectación psicológica y tomar una medida a tiempo para evitar un acto suicida.
Si el suicidio lo ha realizado uno de los padres, los niños tienen una reacción típica consistente en negar lo ocurrido, mostrarse llorones e irritables, con cambios bruscos del estado anímico y dificultades con el sueño, pérdida del apetito e intentos suicidas cuya significación es reunirse con el fallecido, aunque también pueden existir deseos de morir. Presentan alteraciones perceptivas como escuchar voces dentro de la cabeza y ver el fantasma de la madre o el padre fallecido.
También pueden tener pensamientos de haber sido el causante de la muerte o sentir agresividad hacia el progenitor suicida por estar ausente definitivamente. En estos casos, la familia debe decir la verdad de lo sucedido al niño o niña, con un lenguaje claro y sencillo, accesible y comprensible por él o ella y prestar soporte emocional de parte de una figura sustitutiva, como puede ser un hermano mayor, un tío o tía según sea el caso. En ocasiones, sobre todo para los hijos adolescentes, explicar la muerte por suicidio como un síntoma de una enfermedad mental grave puede disminuir el riesgo de la imitación, pues la enfermedad mental es rechazada por la inmensa mayoría de las personas.
b)
En la sociedad
El
duelo después de un suicidio modifica la relación del familiar con las personas de su entorno y lleva incluso al aislamiento social. También
puede que el familiar ser agresivo con la gente que le rodea ocasionando así la
perturbación de la sociedad provocando consigo pleitos, peleas, riñas, etc.
En
el peor de los casos los amigos allegados pueden deprimirse tanto hasta llegar
al suicidio, pero esto ya es extremo pero en la sociedad no afecta tanto que en
la familia.
12.
Surgimiento de un nuevo suicida
El comportamiento suicida abarca las siguientes
manifestaciones:
El deseo de morir. Representa
la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su modo de vivir en el momento
presente y que puede manifestar en frases como: "la vida no merece la pena
vivirla", "lo que quisiera es morirme", "para vivir de esta
manera lo mejor es estar muerto" y otras expresiones similares.
La representación suicida.
Constituida por imágenes mentales del suicidio del propio individuo, que
también puede expresarse manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha
pensado ahorcado.
IDEAS SUICIDAS
Consisten en pensamientos de terminar con la
propia existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de presentación:
- Idea
suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de matarse
pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "no sé
cómo, pero lo voy a hacer".
- Idea
suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el individuo
expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de hacerlo,
usualmente responde: "De cualquier forma, ahorcándome, quemándome,
pegándome un balazo."
- Idea suicida
con un método específico no planificado, en la cual el sujeto desea
suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo, pero
aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni tampoco
ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de tomar para
no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de autodestruirse.
- El plan suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.
La amenaza suicida. Consiste
en la insinuación o afirmación verbal de las intenciones suicidas, expresada
por lo general ante personas estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo
posible por impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.
El gesto suicida. Es el
ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es verbal, el gesto
suicida incluye el acto, que por lo general no conlleva lesiones de relevancia
para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.
El intento suicida, también
denominado para suicidio, tentativa de suicidio, intento de autoeliminación o
autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual un
individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.
El suicidio frustrado. Es aquel
acto suicida que, de no mediar situaciones fortuitas, no esperadas, casuales,
hubiera terminado en la muerte.
El suicidio accidental. El
realizado con un método del cual se desconocía su verdadero efecto o con un
método conocido, pero que no se pensó que el desenlace fuera la muerte, no
deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos
en los que no se previeron las complicaciones posibles, como sucede en la
población penal, que se auto agrede sin propósitos de morir, pero las
complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo
en la pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la
uretra, etc.).
Suicidio intencional. Es
cualquier lesión auto infligida deliberadamente realizada por el sujeto con el
propósito de morir y cuyo resultado es la muerte. En la actualidad aún se
debate si es necesario que el individuo desee morir o no, pues en este último
caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que no existen deseos de
morir, aunque el resultado haya sido la muerte.
De todos los componentes del comportamiento suicida,
los más frecuentes son las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el
suicidio consumado, sea accidental o intencional.
Las ideas suicidas son muy frecuentes en la
adolescencia sin que ello constituya un peligro inminente para la vida, si no
se planifica o se asocia a otros factores, llamados de riesgo, en cuyo caso
adquieren carácter mórbido y pueden desembocar en la realización de un acto
suicida.
El intento de suicidio es muy común entre los
adolescentes con predisposición para esta conducta y se considera que por cada
adolescente que comete suicidio, lo intentan cerca de trescientos.
miércoles, 1 de mayo de 2013
CAPITULO III. CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO
1 1.
Afectaciones psicológicas-mentales
El suicidio es un golpe seco que noquea y tira a la lona, un balde de agua helada
que cala hasta los huesos, es un acto de enorme violencia que deja devastados y
traumatizados a los familiares quienes se cuestionan, se enojan, se sienten
traicionados y abandonados.
Afecta a la familia y a los más cercanos por completo, con distintas
consecuencias y diferentes sentimientos.
a)En la familia
Son conocidas las reacciones que presentan los seres humanos ante la
pérdida de seres queridos, las que reciben el nombre de duelo, y que está
constituido por diversas etapas: la negación, rabia, regateo, depresión y
aceptación como las etapas del duelo normal. A continuación serán descritas
brevemente cada una de ellas.
La negación, como su nombre indica es aquella reacción mediante la cual
el sujeto no acepta la realidad tal cual es, la niega, no la reconoce como que
ha sucedido y son muy frecuentes las siguientes expresiones: "no puedo
creerlo", "no puede ser", "no me digas que ha muerto",
"es imposible" y otras similares. En esta etapa el sobreviviente
siente que la persona fallecida aún permanece con vida, que lo ocurrido no es
cierto.
Frecuentemente se acompaña de una tendencia al aislamiento, se evitan
las relaciones interpersonales, prefiriendo el sujeto estar solo, aislado, a
tener que dialogar o recibir visitas.
La rabia es la etapa que continúa a la negación y en ella los familiares
del fallecido experimentan diversas emociones desagradables como son la ira, el
odio, la rabia propiamente dicha, irritabilidad desmedida que puede llegar a la
agresividad física o verbal hacia los otros familiares, el personal médico tratante,
las enfermeras, al hospital, etc. En esta etapa se pueden establecer querellas
en contra de los profesionales que atendieron el caso o contra la institución.
También pueden suceder disputas entre los miembros de la propia familia y en no
pocas ocasiones esta hostilidad puede ser dirigida hacia el fallecido mediante
expresiones como: "por qué se fue y me dejó", "por qué me
abandonas" y otras similares, llegando incluso a golpear el cadáver,
sacudirlo, blasfemar contra el occiso, etc. Todas estas emociones desagradables
son expresión de un profundo desconsuelo, de una pena insoportable y nunca
deben ser personalizadas, pues esta rabia es parte integrante de la reacción
normal de duelo y responder defensivamente o con hostilidad, además de no ser
lo correcto, demostrará un total desconocimiento de este tipo de reacción y
sólo conseguirá incrementarla. Permitirla, aceptarla, comprenderla es el mejor
tratamiento para esta etapa.
El regateo es la etapa que continúa en el duelo normal, la cual es breve
y se trata, como su nombre indica, de un arreglo pactado, de manera simbólica,
entre el superviviente o sobreviviente y el fallecido. El regateo se expresa
mediante determinadas conductas, como puede ser la realización de determinados
ritos religiosos para el descanso del fallecido y la paz de los familiares.
La depresión es una de las etapas más dolorosas del duelo, con mayor
intensidad durante las dos primeras semanas, en las que las personas sienten
una profunda tristeza, llanto, poco o ningún deseo de comunicarse con otras
personas ajenas a los familiares más cercanos, trastornos del sueño, anorexia y
sentimientos de culpa, los cuales se expresan por constantes cuestionamientos
de la conducta seguida con el fallecido: "si lo hubiera ingresado en tal
hospital en vez de en ese (la institución en la que falleció)", "si
yo me hubiera dado cuenta antes, eso no hubiera ocurrido" y otros
reproches similares. No es infrecuente que en esta etapa se piense que
realmente no se hizo todo lo que se debía haber hecho.
La aceptación es la próxima y última etapa del duelo normal. Significa
admitir responsable y libremente que la vida y la muerte son un par dialéctico
inseparable y que el morir es consustancial a la vida. En la aceptación, el
familiar incorpora la muerte del ser querido como un episodio necesario,
irreversible, universal, definitivo y no un mero accidente. La muerte es
entendida como una parte inevitable de la vida. Es por ello, que en esta etapa,
el familiar experimenta una sensación interna de paz, de tranquilidad, de haber
cumplido con el fallecido en vida, de no tener pendientes. Se recuerda al ser
querido fallecido de manera realista, con sus virtudes y defectos, pero con
indulgencia.
Estas fases del duelo normal no tienen una evolución similar en todos
los tipos de fallecimientos. Se considera que las muertes inesperadas ocasionan
mayores dificultades en la elaboración del duelo que aquellas muertes
esperadas, anticipadas. El duelo en las muertes inesperadas se asocia con
manifestaciones depresivas más intensas y duraderas, de enfermedades
pre-existentes o el debut de nuevos padecimientos, así como la asunción de
conductas de riesgo para la salud como el consumo excesivo de alcohol, cigarros
o psicofármacos. Entre las muertes inesperadas se incluyen las provocadas por
accidentes, homicidios, las muertes súbitas por infarto cardíaco o hemorragia
cerebral, así como el suicidio, aunque, mediante el método de las autopsias
psicológicas se ha probado que una gran cantidad de suicidas mostraron manifestaciones
depresivas, habían realizado amenazas y gestos suicidas o habían expresado sus
deseos de terminar con sus vida. Por otra parte, muchos de los sobrevivientes
reconocieron que ellos sabían el riesgo suicida de esas personas, por lo que no
era una muerte súbita, inesperada, sino anunciada por el propio suicida desde
mucho tiempo antes del desenlace fatal.
El duelo por un suicida presenta determinadas características que lo
diferencia del resto de los duelos. Los sobrevivientes experimentan un conjunto
de emociones que no se encuentran con la misma frecuencia en otras causas de
muerte y están más expuestos al desarrollo de psicopatologías como los
trastornos de ansiedad, el trastorno de estrés post-traumático y episodios
depresivos mayores.
Es imposible presentar un cuadro clínico típico del sobreviviente de un
suicidio, pero son comunes algunos de ellos como los intensos sentimientos de
pérdida acompañados de pena y tristeza, rabia por hacerle responsable, en
cierta medida de lo sucedido, sentimientos de distanciamiento, ansiedad,
culpabilidad, estigmatización, etc.
También puede manifestarse el horror por el posible arrepentimiento
tardío, cuando ya las fuerzas flaquearon lo suficiente para evitar la muerte y
no poder evitarla deseándolo en esos últimos instantes. El miedo es una emoción
presente en la casi totalidad de los familiares del suicida y está referido a
sí mismo, a su posible vulnerabilidad de cometer suicidio o a padecer una
enfermedad mental que lo conlleve. Este temor se extiende a los más jóvenes, a
los que pueden comenzar a sobreprotegerse con la esperanza de evitar que ellos
también cometan un acto suicida.
La culpabilidad es otra manifestación que frecuentemente se observa en
los familiares del suicida y se explica por la imposibilidad de evitar la
muerte del ser querido, por no haber detectado oportunamente las señales que
presagiaban lo que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del
sujeto, las que habitualmente consisten en amenazas, gestos o intentos suicidas
previos, así como no haber logrado la confianza del sujeto para que les
manifestara sus ideas suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no
haber tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las manifestaciones de
un deterioro de la salud mental que podían terminar en un acto de suicidio.
Cuando la culpabilidad es insoportable, el familiar también puede realizar un
acto suicida para expiar dicha culpa.
Durante el primer año del duelo el sujeto es más vulnerable a padecer
problemas somáticos y emocionales. Entre estos tenemos un conjunto de síntomas
físicos como taquicardia, artritis, migraña, alergia, asma y tics. Entre los
síntomas psicopatológicos se pueden observar sentimientos de soledad,
desesperanza, pobre autoestima y rumiación obsesiva de la búsqueda del por qué.
La búsqueda del por qué, principalmente en los padres y entre ellos en
la madre, persiste por varios años.
Otra manifestación del duelo por el suicidio presente en el
sobreviviente es la conjunción de emociones encontradas como puede ser la
agresividad y el alivio, este último experimentado como alivio personal al
fallecer la persona cuyos problemas le afectaban y por el fallecido que ha
cesado de soportar sus problemas emocionales. Terminar una vida problemática y
difícil se percibe como un alivio para muchos familiares de suicidas.
Estas manifestaciones que acompañan al duelo por un suicida no son
privativas de los parientes biológicos muy vinculados afectivamente con el
occiso, sino que también se las puede encontrar y de hecho ocurre, en los
amigos, compañeros de trabajo o escuela, maestros, otros pacientes en el caso
de un suicidio en una institución, médicos, psicoterapeutas, enfermeras,
consejeros, psiquiatras, psicólogos y toda persona que estuvo vinculada
estrechamente con el suicida.
Hay investigadores que no han encontrado diferencias en la evolución de
los duelos independientemente de la causa que haya provocado la muerte, otros
por el contrario han encontrado diferencias entre las muertes por suicidio, por
accidentes y las muertes naturales en cuanto a las reacciones de duelo en los
sobrevivientes.
La muerte por suicidio conlleva mayor estigmatización que el resto, más
sentimientos de culpa, menos deseos de discutir sobre la muerte y mayor
cuestionamiento sobre lo que se podía haber hecho. Las muertes por accidente
conllevan más reacciones de aniversario, mayores comentarios de lo sucedido,
mayor incapacidad de entender lo ocurrido entre los amigos y compañeros del
accidentado y menos deseos de hablar con los demás.
Por tanto para el mejor manejo del duelo por un suicida hay que conocer
todas estas manifestaciones, lo cual facilitará la evolución de sus diversas
etapas y evitará el desarrollo de duelos patológicos.
No hay método universal para el tratamiento de esta contingencia, pues
será diferente para los hijos del suicida, o su pareja, o sus padres, o sus
hermanos.
Si se trata de un suicidio entre varios hermanos, estos pueden
experimentar cambios en todos o casi todos los aspectos de sus vidas. Como
todos tienen una infancia común con experiencias más o menos similares, una de
las tareas que hay que enfrentar es evitar la identificación con el hermano
suicida, proporcionando otras opciones para resolver problemas que no sean auto
lesivas. En ocasiones los hermanos pueden referir que ven al hermano suicida en
el domicilio, o que le escuchan hablar o que les llama. Estas manifestaciones
no deben ser consideradas como una pérdida de la salud mental de carácter
grave, sino, que en ese contexto, deben ser aceptadas dentro de los límites
normales para estos casos, por lo que adoptar la postura de ignorar síntomas y
actitudes de este tipo puede ser de gran beneficio.
Siempre deben explorarse las ideas suicidas en los sobrevivientes y en
los hermanos de los suicidas niños o adolescentes, más aún, si se presentan en
alguno de ellos, se impone la evaluación del riesgo de suicidio y el grado de
afectación psicológica y tomar una medida a tiempo para evitar un acto suicida.
Si el suicidio lo ha realizado uno de los padres, los niños tienen una
reacción típica consistente en negar lo ocurrido, mostrarse llorones e
irritables, con cambios bruscos del estado anímico y dificultades con el sueño,
pérdida del apetito e intentos suicidas cuya significación es reunirse con el
fallecido, aunque también pueden existir deseos de morir. Presentan
alteraciones perceptivas como escuchar voces dentro de la cabeza y ver el
fantasma de la madre o el padre fallecido.
También pueden tener pensamientos de haber sido el causante de la muerte
o sentir agresividad hacia el progenitor suicida por estar ausente
definitivamente. En estos casos, la familia debe decir la verdad de lo sucedido
al niño o niña, con un lenguaje claro y sencillo, accesible y comprensible por
él o ella y prestar soporte emocional de parte de una figura sustitutiva, como
puede ser un hermano mayor, un tío o tía según sea el caso. En ocasiones, sobre
todo para los hijos adolescentes, explicar la muerte por suicidio como un
síntoma de una enfermedad mental grave puede disminuir el riesgo de la
imitación, pues la enfermedad mental es rechazada por la inmensa mayoría de las
personas.
b)En
la sociedad
El
duelo después de un suicidio modifica la relación del familiar con las personas de su entorno y lleva incluso al aislamiento social.
también puede que el familiar ser agresivo con la gente que le rodea
ocasionando así la perturbación de la sociedad provocando consigo pleitos,
peleas, riñas, etc.
En
el peor de los casos los amigos allegados pueden deprimirse tanto hasta llegar
al suicidio, pero esto ya es extremo pero en la sociedad no afecta tanto que en
la familia.
2.Surgimiento de un nuevo suicida
El comportamiento suicida abarca las siguientes
manifestaciones:
El deseo de morir. Representa
la inconformidad e insatisfacción del sujeto con su modo de vivir en el momento
presente y que puede manifestar en frases como: "la vida no merece la pena
vivirla", "lo que quisiera es morirme", "para vivir de esta
manera lo mejor es estar muerto" y otras expresiones similares.
La representación suicida.
Constituida por imágenes mentales del suicidio del propio individuo, que
también puede expresarse manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha
pensado ahorcado.
Las ideas suicidas. Consisten
en pensamientos de terminar con la propia existencia y que pueden adoptar las
siguientes formas de presentación:
- Idea
suicida sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de matarse
pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto, responde: "no sé
cómo, pero lo voy a hacer".
- Idea
suicida con un método inespecífico o indeterminado en la que el individuo
expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo ha de hacerlo,
usualmente responde: "De cualquier forma, ahorcándome, quemándome,
pegándome un balazo."
- Idea
suicida con un método específico no planificado, en la cual el sujeto
desea suicidarse y ha elegido un método determinado para llevarlo a cabo,
pero aún no ha ideado cuándo lo va a ejecutar, en qué preciso lugar, ni
tampoco ha tenido en consideración las debidas precauciones que ha de
tomar para no ser descubierto y cumplir con sus propósitos de
autodestruirse.
- El plan
suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo desea
suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal, un lugar donde lo
realizará, el momento oportuno para no ser descubierto, los motivos que
sustentan dicha decisión que ha de realizar con el propósito de morir.
La amenaza suicida. Consiste
en la insinuación o afirmación verbal de las intenciones suicidas, expresada
por lo general ante personas estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo
posible por impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.
El gesto suicida. Es el
ademán de realizar un acto suicida. Mientras la amenaza es verbal, el gesto
suicida incluye el acto, que por lo general no conlleva lesiones de relevancia
para el sujeto, pero que hay que considerar muy seriamente.
El intento suicida, también
denominado parasuicidio, tentativa de suicidio, intento de autoeliminación o
autolesión intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual un
individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.
El suicidio frustrado. Es aquel
acto suicida que, de no mediar situaciones fortuitas, no esperadas, casuales,
hubiera terminado en la muerte.
El suicidio accidental. El
realizado con un método del cual se desconocía su verdadero efecto o con un
método conocido, pero que no se pensó que el desenlace fuera la muerte, no
deseada por el sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos
en los que no se previeron las complicaciones posibles, como sucede en la
población penal, que se autoagrede sin propósitos de morir, pero las
complicaciones derivadas del acto le privan de la vida (inyección de petróleo
en la pared abdominal, introducción de alambres hasta el estómago o por la
uretra, etc.).
Suicidio intencional. Es
cualquier lesión autoinfligida deliberadamente realizada por el sujeto con el
propósito de morir y cuyo resultado es la muerte. En la actualidad aún se
debate si es necesario que el individuo desee morir o no, pues en este último
caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que no existen deseos de
morir, aunque el resultado haya sido la muerte.
De todos los componentes del comportamiento suicida,
los más frecuentes son las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el
suicidio consumado, sea accidental o intencional.
Las ideas suicidas son muy frecuentes en la
adolescencia sin que ello constituya un peligro inminente para la vida, si no
se planifica o se asocia a otros factores, llamados de riesgo, en cuyo caso
adquieren carácter mórbido y pueden desembocar en la realización de un acto suicida.
El intento de suicidio es muy común entre los
adolescentes con predisposición para esta conducta y se considera que por cada
adolescente que comete suicidio, lo intentan cerca de trescientos.
Nosotras nos dimos cuenta que la muerte de una adolescente, las consecuencias que deja es intachable pero este dolor es mas fuerte en los padres y/o familiares del occiso; conllevando así la depresión, traumas, problemas mentales, trastornos en los padres que que ellos se reprochan lo que paso se lastiman así mismo y es un episodio de sus vidas demasiado fuerte para nosotras lo consideramos el dolor mas fuerte para un padre. también nos dimos cuenta que en el caso de la sociedad no afecta mucho ya que solo son problemas que tengan que ver con el familiar con su entorno. en el caso de los amigos solamente causa depresión pero los que llevan el dolor real y crudo son los familiares.
lunes, 8 de abril de 2013
CAPITULO II.SUICIDIO EN ADOLESCENTES (14-18 Años de edad)
La tragedia de la
muerte de un joven debido a la falta de esperanza o frustración abrumadora, resulta devastadora para la familia, los
amigos y la comunidad. Padres, hermanos, compañeros y amigos podrían quedarse
con la duda si pudieran haber hecho algo para impedir que ese joven decidiera
suicidarse. Aprender más acerca de los factores que podrían llevar un
adolescente al suicidio podría ayudar a prevenir más tragedias. Aunque no
siempre se puede impedir, siempre es buena idea informarse y tomar medidas para
ayudar a un adolescente con problemas.
A. Principales causas del suicidio
Siempre encontramos en
los periódicos, en las noticias, en la radio que algún joven se ha suicidado,
algo muy normal que pasa en la sociedad hoy en día, pero uno no sabe cuáles
fueron las causas que llevaron a este joven para cometer tal acto.
1. Entorno familiar
·
Muerte del padre/ madre
/ hermano(a)/ abuelo(a)
·
Desaparición de algún
familiar (no saber dónde está)
·
Divorcio o separación
de los padres
·
Divorcio o separación
de algún hermano
·
Mudanzas
·
Graves problemas
familiares
·
Enfermedad física seria
del padre/ madre/ hermano(a)/ abuelo(a)
·
Enfermedad psíquica del
padre/ madre/ hermano(a)/ abuelo(a)
·
Abuso de alcohol o drogas
de algún hermano(a) o de los padres
·
Alguno de los padres
despedido o sin empleo
·
Serios problemas
económicos familiares
·
Enterarme de que me
adoptaron
Pensamos que para
afrontar estos problemas lo mejor sería hablar del tema con la familia, cuando
acaba de morir alguien se tiende a sumergirse en la depresión, pero hay que
salir adelante y platicarlo para que sea menos doloroso y se den apoyo. En lo
de las mudanzas se pueden sentir mal ya que
les cuesta separarse de sus amigos y/o les cuesta hacer nuevos amigos, pero hay
que decirles que tienen que ser más abiertos y conocer gente nueva y si algún
problema surge en la escuela como el bullying lo mejor sería comentarlo con la
familia.
2. Entorno social
·
Enfermedad física seria de algún
amigo(a)
·
Enfermedad psíquica de algún amigo(a)
·
Problemas personales en relación a
drogas y alcohol o drogas
·
Haber sufrido un accidente serio
·
Desaparición de algún amigo(a)
·
Estar separado/a de algún ser querido
·
Problemas personales con algún docente
·
Problemas para aprender en la escuela
·
Haber abortado
·
Violación
·
Experiencia sexual traumática,
desagradable
·
Muerte de algún amigo/a
·
Ruptura de noviazgo o pareja
·
Tener dificultades para tener pareja
Esto
también es típico pero la verdadera solución es que tienes que platicar tus
problemas con alguien ya que si no se saca eso que se lleva dentro uno termina
sintiéndose frustrado y sin salidas.
3. Trastornos mentales
Los
trastornos mentales son afecciones o síndromes psíquicos y comportamentales,
radicalmente opuestos a los propios de los individuos que gozan de buena salud
mental. En general, son causa de angustia y deterioro en importantes áreas del
funcionamiento psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento
intelectual y al comportamiento social adaptativo. Se han descrito a través de
la historia y en todas las culturas, pese a la vaguedad y dificultades de
definición de este tipo de trastornos.
A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no se consideraba enfermedad, sino un problema moral —el extremo de la depravación humana—, o espiritual —casos de maldición o de posesión demoníaca.
A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no se consideraba enfermedad, sino un problema moral —el extremo de la depravación humana—, o espiritual —casos de maldición o de posesión demoníaca.
Clasificación
Trastornos Orgánicos-Mentales: Están
caracterizados por la anormalidad psíquica y la conducta, asociada a deterioros
transitorios o permanentes en el funcionamiento del cerebro.
Este daño cerebral, surge como consecuencia de
una enfermedad orgánica, del consumo de alguna droga a lesiva para el cerebro o de alguna
enfermedad que lo altere indirectamente por su acción lesiva en otras partes
del organismo.
Los síntomas característicos de estos trastornos pueden resultar de un daño orgánico o de una reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Mantienen como principal característica el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia, proporcionando así un impedimento para mantener la detención. Además se presentan errores perceptivos y pensamiento desordenado e inadaptado.
Los síntomas característicos de estos trastornos pueden resultar de un daño orgánico o de una reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Mantienen como principal característica el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia, proporcionando así un impedimento para mantener la detención. Además se presentan errores perceptivos y pensamiento desordenado e inadaptado.
Neurosis: La neurosis se caracteriza porque su producto sucedáneo es una fantasía de
proveniencia y significación individual. En esta patología no podemos observar
una verdadera pérdida del sentido de la realidad, sino que se trata sólo de una
adulteración de ésta. Dentro de la neurosis encontramos los siguientes
trastornos:
·
Histeria: Es una enfermedad mental que se
manifiesta por medio de determinados síntomas físicos, tales como parálisis o
movimientos espasmódicos acompañados a veces de falta o exceso de sensibilidad al dolor.
·
Trastornos de la Ansiedad: La ansiedad es
el síntoma predominante en dos casos: el pánico y los trastornos ansiosos
generalizados.
En las fobias y las neurosis observas compulsivas, el pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros síntomas como el miedo racional, desmedido, etc. Entre las perturbadoras esta la agorafobia, miedo a los espacios muy abiertos o cerrados (claustrofobia). Por otro lado las obsesiones consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sometida a ellos. Finalmente, la compulsión tiende a repetir mecánicamente comportamientos inútiles, actitudes de previsión (un ejemplo es lavarse las manos más de 30 veces al día).
En las fobias y las neurosis observas compulsivas, el pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros síntomas como el miedo racional, desmedido, etc. Entre las perturbadoras esta la agorafobia, miedo a los espacios muy abiertos o cerrados (claustrofobia). Por otro lado las obsesiones consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sometida a ellos. Finalmente, la compulsión tiende a repetir mecánicamente comportamientos inútiles, actitudes de previsión (un ejemplo es lavarse las manos más de 30 veces al día).
·
Trastornos obsesivos-compulsivos: Una
obsesión existe siempre que una persona no puede excluir ciertos pensamientos
de la conciencia.
Los fenómenos obsesivos abarcan desde actos cotidianos y repeticiones de medida de precaución consciente hasta sistemas intrapsíquicos, de comportamientos altamente organizados, que dominan a la persona en la neurosis obsesiva y trastornos del carácter.
Los fenómenos obsesivos abarcan desde actos cotidianos y repeticiones de medida de precaución consciente hasta sistemas intrapsíquicos, de comportamientos altamente organizados, que dominan a la persona en la neurosis obsesiva y trastornos del carácter.
Trastorno Obsesivo
Es uno de los tipos de reacción en el que el individuo sufre la necesidad de realizar actos innecesarios (compulsiones) o bien tiene pensamientos que repugnan (obsesión). A estos trastornos los suele acompañar un impulso a la repetición que resulta irresistible a pesar de los grandes esfuerzos para suprimirlo. También a veces acompañan a estos trastornos diversos grados de duda, indecisión, ambivalencia, culpa, pensamientos mágicos y superstición, tendencias sádicas y masoquista, así como cavilaciones sobre el orden y desorden, el bien y el mal, la limpieza y la suciedad, el amor y el odio. Estos elementos generalmente no son comprendidos ni controlados por el individuo, aun cuando éste los considere disparatados, ridículos, penosos o humillante.
·
Fobias: Es temor irracional y
persistente, inspirado por un objeto o lugar determinado, también implica
ciertas repulsiones e inhibiciones mediante las cuales el sujeto trata de
rehuir la ansiedad que lo asecha.
Se le atribuye a las fobias vivencias de la primera infancia o reprimidas de las que falta recuerdo y que debe ser despertada, ejemplo: del inicio de una fobia puede haber sido porque un niño haya quedado encerrado alguna vez en una habitación produciéndole una claustrofobia.
Se le atribuye a las fobias vivencias de la primera infancia o reprimidas de las que falta recuerdo y que debe ser despertada, ejemplo: del inicio de una fobia puede haber sido porque un niño haya quedado encerrado alguna vez en una habitación produciéndole una claustrofobia.
Psicosis: Constituye un trastorno
psiquiátrico grave, suelen dañar algún conflicto visible de la realidad o una
percepción de la realidad distinta a la que caracteriza a la mayoría de la población o un alejamiento respecto de las
pautas conductuales aceptadas por la sociedad.
No son psicóticas todas las personas que muestran tales divergencias o conflictos.
Las personas que los especialistas consideran psicóticas no presentan
necesariamente trastornos, ni cometen siempre actos que puedan resultar
perniciosos para ellas mismas o para la sociedad. Dentro de la psicosis encontramos los
siguientes trastornos:
·
Trastornos de la personalidad:
Estos trastornos duran toda la vida, algunos rasgos de la
personalidad son tan rígidos
e inadaptados que llegan a causar problemas laborales y sociales. Daños a uno
mismo y a los demás.
·
Trastorno de la afectividad: Son aquellos
trastornos en los que el síntoma predominante es la alteración del estado de
ánimo. El más típico, la depresión, se caracteriza por la tristeza, el
sentimiento de culpa, la desesperanza y la sensación de inutilidad personal. Su
opuesto, la manía, se caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo y también
cambiante e irritable, que se alterna casi siempre con el
estado depresivo.
·
Trastornos paranoides: Se caracteriza por
ideas delirantes, de persecución y grandeza. Este tipo de personalidad es
defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, tiende a aislarse y tiende a ser
violentamente antisocial y suele iniciarse en la mitad o final de la vida.
·
Esquizofrenia: Es un grupo de trastornos
graves que se caracterizan por perturbaciones del pensamiento, la percepción y
la emoción, unidas a un sentimiento perturbado sobre uno mismo y la pérdida del
sentido de la realidad, hay una disociación entre las cogniciones y las emociones.
Estos trastornos paralizan el desarrollo humano en la juventud y suelen conducir al encierro en un mundo autístico, amenazado por el delirio, la alucinación y el temor por enfrentarse con la vida y con las personas. Hay una incapacidad del individuo para conseguir o mantener la integridad de su personalidad y para arrastrar los problemas insalubres que plantea la vida; lo que induce al enfermo a encerrarse en sí mismo y tratar de resolver sus conflictos, rompiendo con las normas mentales, sociales y retrocediendo a un estado de su infancia regido por la fantasía y en el que no se distinguía claramente a sí mismo.
Estos trastornos paralizan el desarrollo humano en la juventud y suelen conducir al encierro en un mundo autístico, amenazado por el delirio, la alucinación y el temor por enfrentarse con la vida y con las personas. Hay una incapacidad del individuo para conseguir o mantener la integridad de su personalidad y para arrastrar los problemas insalubres que plantea la vida; lo que induce al enfermo a encerrarse en sí mismo y tratar de resolver sus conflictos, rompiendo con las normas mentales, sociales y retrocediendo a un estado de su infancia regido por la fantasía y en el que no se distinguía claramente a sí mismo.
·
Tipos de esquizofrenia
o Esquizofrenia
Catatónica: Comienza de modo repentino, radica en la violenta excitación
motora o en la completa rigidez del enfermo. Presenta alternancia de fases de
extrema agitación y de inmovilidad total.
o Esquizofrenia
simple: Hay desinterés creciente y una progresiva degradación de la conducta,
unidas a una indiferencia total respecto de cualquier pauta de vida.
o Esquizofrenia
hebefrénica: Hay delirio y alucinaciones incoherentes e insolubles, el
lenguaje suele fragmentarse y
hacerse incomprensibles, utilizándose procesos verbales complejos.
o Esquizofrenia
paranoide: El pensamiento y la conducta son delirantes, de índole
persecutoria, y sometidos a una acción exterior unida a alucinaciones
auditivas.
o Demencia:
Es un déficit intelectual adquirido, intenso e irreversible. Pertenece a la
sicopatología de la inteligencia.
Su causa inmediata es una lesión orgánica más o menos difusa de la corteza cerebral y, en casos raros, una lesión del tálamo óptico. Los procesos cerebrales responsables de la mayor parte de las demencias son: las parálisis generales, tumores de localización prefrontal y tálomica, ciertas epilepsias, como las enfermedades preseniles de Pich y Alzheimer, la ostereoclorosis, la involución senil y la corea de Huntington. Otras demencias de aparición mucho menos frecuente a las anteriores, se deben a ciertas endocrinopatías y las encefalopatías residuales traumáticas, tóxicas o infecciosas.
Su causa inmediata es una lesión orgánica más o menos difusa de la corteza cerebral y, en casos raros, una lesión del tálamo óptico. Los procesos cerebrales responsables de la mayor parte de las demencias son: las parálisis generales, tumores de localización prefrontal y tálomica, ciertas epilepsias, como las enfermedades preseniles de Pich y Alzheimer, la ostereoclorosis, la involución senil y la corea de Huntington. Otras demencias de aparición mucho menos frecuente a las anteriores, se deben a ciertas endocrinopatías y las encefalopatías residuales traumáticas, tóxicas o infecciosas.
Psicosis maniaco-depresiva: Se
caracteriza por fases de depresión y manía, aunque también puede presentarse
una de estas fases en forma predominante y aislada.
La manía se centra en forma a tres estructuras: el pensamiento, la afectividad y la psicomotricidad; la alteración es de sentido inverso en ambas fases. En la fase depresiva hay alegría, fuga de ideas y exaltación psicomotora. Estos tres síntomas son revelados por la actitud del paciente y se manifiestan en las funciones psíquicas, en la conducta y forma de vivir del mismo.
El enfermo es alegre, jovial e ingenioso, muy activo para emprender cualquier tipo de tareas, tomar decisiones y expresarse.
Cuando la manía llega a su máxima exaltación aparecen graves síntomas psicopatológicos y trastornos de conducta.
En la hipomaníacas la manía se torna en una exaltación del ánimo, pero con irritación, dando lugar a trastornos de sociabilidad y a agresiones de palabra o de hecho. Estas personas dejan las actividades que han comenzado al poco tiempo y suelen ser desaseadas en lo personal y respecto de lo que las rodea.
Puede haber ansiedad, ideas de grandeza grotesca, graves trastornos de conducta y, debido a la exaltación de la libido pueden llegar a cometer delitos sexuales.
La manía se centra en forma a tres estructuras: el pensamiento, la afectividad y la psicomotricidad; la alteración es de sentido inverso en ambas fases. En la fase depresiva hay alegría, fuga de ideas y exaltación psicomotora. Estos tres síntomas son revelados por la actitud del paciente y se manifiestan en las funciones psíquicas, en la conducta y forma de vivir del mismo.
El enfermo es alegre, jovial e ingenioso, muy activo para emprender cualquier tipo de tareas, tomar decisiones y expresarse.
Cuando la manía llega a su máxima exaltación aparecen graves síntomas psicopatológicos y trastornos de conducta.
En la hipomaníacas la manía se torna en una exaltación del ánimo, pero con irritación, dando lugar a trastornos de sociabilidad y a agresiones de palabra o de hecho. Estas personas dejan las actividades que han comenzado al poco tiempo y suelen ser desaseadas en lo personal y respecto de lo que las rodea.
Puede haber ansiedad, ideas de grandeza grotesca, graves trastornos de conducta y, debido a la exaltación de la libido pueden llegar a cometer delitos sexuales.
4. Estados emocionales
Los estados emocionales son el motor
del ser humano, forman parte de nuestra existencia, y sin ninguna duda, ellos
condicionan nuestras acciones, las que vemos como posibles y las que no, y
también las decisiones que tomamos. En los años 80´s sorprendió un
estudio realizado en EE.UU. que hablaba de las atrevidas y a veces
irresponsables decisiones que tomaban determinados directivos, llevados por
estados emocionales de euforia conseguidos no siempre de manera natural.
Todos los seres humanos siempre
estamos inmersos en algún estado emocional, aunque en la mayoría de las
ocasiones no seamos conscientes de ello. En un momento dado, nos
descubrimos y sin saber por qué percibiendo nuestra realidad, nuestro entorno y
el mundo en general, de manera diferente a como lo percibíamos hace un día, un
mes o seis. Los estados emocionales o estados de ánimo dependen de múltiples
factores, dependen de la estación del año en la que estemos, de todo es
conocido que la primavera y el otoño traen para muchas personas asociado un
estado de melancolía; otro factor muy influyente es el clima, al que
muchas veces se le ha hecho responsable del carácter y la productividad de
determinadas regiones geográficas; también influye en el estado de ánimo el día
de la semana, pocos son los que no sufren el “síndrome del domingo por la
tarde” y cómo no, la hora del día en la que nos encontramos.
También los estados emocionales de
las personas están condicionados por el estado emocional del entorno en el que
se encuentre, tanto en empresa como de familia, ya que los estados emocionales
siempre se generan dentro de un estado emocional social más amplio. Las
organizaciones, a menudo, son las responsables de los estados emocionales de
los individuos que pertenecen a ellas. Y estos estados emocionales
colectivos, a los que casi nunca prestamos atención, son tan importantes que
condicionan la mayoría de las acciones que los trabajadores creen que pueden
llevar a cabo o no. Por eso el papel que juegan los líderes de los
equipos es crucial en este aspecto, ya que ellos generan espacios emocionales,
abren nuevas posibilidades de acción y amplían el espectro de las acciones que
sus colaboradores ven como posibles.
Otro factor desencadenante de la
generación de los estados emocionales en los individuos y en las organizaciones
es la actitud que la persona presenta ante los hechos que se pueden cambiar y
los que no. Así el resentimiento se
produce cuando el hecho no se puede cambiar y no lo aceptamos y gastamos todas
nuestras energías en cambiarlo; el estado emocional de paz es el opuesto al de resentimiento,
aparece cuando un hecho no se puede cambiar y así lo aceptamos desde el
principio, utilizándolo además para aprender de él. El estado emocional
de resignación aparece cuando algo está en nuestras
manos cambiarlo pero decidimos no hacerlo, lo contrario del estado de ambición o superación que aparece cuando ponemos todo
nuestro empeño en cambiar aquello que está en nuestras manos cambiar.
a) Estrés
Nos referimos al estrés
en términos de circunstancias objetivas, condiciones o situaciones personales
que causan fatiga emocional, reduce la motivación y deterioran las capacidades
para afrontar problemas.
Se han
identificado dos tipos de situaciones estresantes:
las relacionadas con circunstancias vitales negativas, comunes a la mayoría de
los individuos y los que están vinculados con estrés, son específicos de tipo
interpersonal, intrapsiquíco o asociados a la calidad de vida.
b) Depresión
Si bien la depresión es la patología más asociada al suicidio, no todos los
depresivos se quieren suicidar, ni tampoco todos los suicidas estaban
deprimidos; estudios como la autopsia lo comprueban a través de análisis
clínicos. La depresión es un trastorno con un alto índice de frecuencia en la
consulta psicológica y medica de todos los días, y se considera que de cada 10
pacientes que llegan al consultorio uno la padece.
Para la revisión de este estudio es importante mencionar que la depresión
es un padecimiento más frecuente en la mujer.
A mi punto de vista, es muy interesante saber que la depresión en sí, no es
uno de los principales factores del suicidio, como nos lo mencionan
anteriormente; sino que un suicida puede tener otros pensamientos o
sentimientos muy diferentes a la depresión. Esto quiere decir que hay que
indagar más en la cabeza de estos individuos para saber bien el origen del
problema que los lleva a cometer o intentar el suicidio.
c) Autoestima
·
Interferencia
arbitraria. Ej.: el pensar que en el futuro
las cosas le saldrán mal, pues en el pasado eso fue lo que ocurrió.
·
Sobre
generalización. Ej.: es cuando una
persona se considera que es “un incompetente que está perdiendo facultades” por
haber salido mal en una evaluación parcial en sus estudios.
·
Minimización. Ej.: en la que el adolescente evalúa de forma distorsionada
sus potencialidades y habilidades
restándose méritos y cualidades positivas.
·
Pensamiento
polarizado. Ej.: el adolescente evalúa la
realidad en “blanco y negro”. “siempre o nunca”, “bueno o malo”, “perfecto o
imperfecto”, etc.
·
Personalización. Ej.: en la cual el
adolescente considera cualquier situación o hecho como referido así mismo,
aunque no exista conexión alguna, sumando a la enorme carga de culpas y a la dificultad
para soportarlas y no poder reparar.
El autoestima influye
mucho en el suicidio adolescente y para
poder ayudar a un adolescente que tiene la autoestima baja, se tiene que tomar
en cuenta el tipo de problema con el que se está tratando y por lo tanto
tenemos que encontrar la forma de ayudarlos, ya sea con un especialista y
ayudándolo durante el tratamiento o el proceso de recuperación.
5. El suicidio en el CCH Oriente. Caso práctico....
Encuestas realizadas a adolescentes
de 15 años de edad
Nosotras hemos llegado a la conclusión de que hay muchos
factores que son la causa de que muchos jóvenes se suiciden e influyen
emocional y mentalmente en la personas llegándolos a perjudicar para toda la
vida se considera que la depresión y la autoestima tiene mucha relación con
este acto.
En este capítulo concluimos, que los
elementos abordados con anterioridad son muy frecuentes en las familias
adolescentes con riesgo suicida, pero no son los únicos, es muy posible que se
pueda incrementar dependiendo de la situaciones que han vivido los adolescentes
y también dependen de sus personalidades, además se han mencionado y descrito
las enfermedades mentales más frecuentes que conlleva al adolescente al
suicidio, una vez que el adolescente es vulnerable ante una situación
psico-traumática inicia una crisis suicida, es necesario actuar con rapidez y
brindarles la ayuda necesaria.
En este capítulo no se pretende agotar todas las situaciones que son de riesgo para que un adolescente intente contra su vida, pero sin lugar a dudas se han mencionado las más comunes.
En este capítulo no se pretende agotar todas las situaciones que son de riesgo para que un adolescente intente contra su vida, pero sin lugar a dudas se han mencionado las más comunes.
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